
Su carisma de oración y sanidad
le distinguen de la comunidad religiosa mercedaria.
Colaboración
Merar yElvir Yasmin Castro
Composición: Marvin Ponce
Quienes lo conocen saben el tipo de cristiano que es, lo llaman el santo de la Orden Mercedaria en Honduras; el hombre que hoy arrastra sus pies, pues sus sandalias de pescador los ha gastado en el servicio a sus hermanos: Él es Fray Jesús Martínez Landín.
Con una gracia envidiable y con una marcada vocación de servicio, él se ha convertido en una luz para sus feligreses en las parroquias que le ha tocado servir, ya que como dice el Papa Francisco, este consagrado tiene “olor a oveja”, porque su labor pastoral ha marcado la vida espiritual de quienes siguen a Cristo, pues su testimonio arrastra.
El padre Jesús desde niño mostró interés por un estilo de vida diferente. Con una sonrisa de satisfacción expresó: “en mi niñez era admirador de los sacerdotes y jugaba a que yo era un religioso consagrado al servicio de Dios”.
De fiel devoto a guía espiritual
El sueño del niño mexicano se hizo realidad cuando se ordenó sacerdote en México en 1974, de eso ya hace 40 años. Para esa fecha Dios le había señalado una ruta: ir a servir al pueblo hondureño y más específico a la Parroquia María de los Dolores de la ciudad de La Paz.
En ese escondrijo de la patria, el clérigo es acogido con amor, amor que el devuelve con creces entregándose por completo a su labor pastoral. Se roba el corazón de los paceños por su delicadeza de trato, la palabra oportuna y la atención inmediata a todo aquél que busca el agua de la vida.
A pesar del amor que se prodigaban oveja y pastor, pasado algunos años el religioso es enviado de regreso a Puebla, México, donde permaneció por ocho años. Por la voluntad de Dios, volvió a Honduras, a la parroquia Sagrada Familia de Comayaguela y luego retorna al lado de sus fieles de la ciudad de La Paz. El pastor está de regreso con su rebaño y ahora viene lo mejor, pues el carismático sacerdote se volcó a su pueblo dispensándole todo tipo de favores: acompaña las expresiones de fe de la comunidad, visita aldeas, atiende enfermos, conforta almas, da orientación vocacional, impone sus manos, sana enfermos y expulsa hasta los demonios.
Rolando Lozano, Ministro Extraordinario de la Eucaristía, relató con gran emoción, al tiempo que se le nubló la vista de lágrimas que “el Padre fue la luz que la ciudad de la Paz requería. Fundó uno de los grupos que dio a los paceños una verdadera trasformación en la fe, con cantos, aplausos y oración: el Movimiento Renovación Carismática e incluso personas protestantes han dicho; “ustedes tiene un santo y no se dan cuenta”, reiteró Lozano
“Me siento alegre al transmitir lo que el sacerdote nos enseña por medio de su testimonio de vida, sus consejos. Su humildad, su don de oración, lo hacen para nosotros el mejor guía espiritual que hemos tenido”, dijo María Alba Villalobos, integrante desde hace 29 años de la Renovación Carismática.
Dios mueve los corazones
El religioso con una sonrisa de satisfacción y con sus ojos llenos de alegría refirió: “Estoy contento por el estilo de vida que Dios me regaló, ya que es Él quien mueve los corazones para que cada uno se realice como mejor le parezca, siempre que vaya en complicidad con la voluntad de nuestro Creador”.
En el año 2010, el Padre Jesús es enviado a la parroquia La Merced Comayagua, en la cual estuvo más de tres años, ganándose el corazón y la confianza de los feligreses, por ser un presbítero con amor a su vocación y al prójimo, fiel a su sacramento. Carmen Pérez, secretaria de esa parroquia comentó: “considero que el padre Jesús es una bella persona, puede estar muy cansado, pero siempre atiende a quien lo busca”“No hay palabras para comenzar a hablar del padre Jesús, es una linda persona, gran amigo, sacerdote y buen ser humano. Deja mucho aquí en La Merced, pero estamos orgullosos de haberlo tenido en nuestra parroquia por estos casi cuatro años”.
El agosto de este año, por órdenes superiores, el padre Jesús fue trasladado nuevamente a la parroquia Los Dolores de La Paz. La noticia corrió como pólvora y los feligreses se presentaron al templo para darle una calurosa bienvenida.
Don especial
El padre mercedario es considerado por sus feligreses como un santo, ya que los testimonios de sus proezas sobran. Son ellos quienes cuentan anécdotas donde se da fe de sanaciones, liberación del alma y acciones de exorcismo.
Rolando Lozano fue testigo del exorcismo que el Padre Jesús realizó a un habitante de la aldea de Miravalle, La Paz. Relata que “un joven de religión evangélica llegó tirando el portón de la Iglesia Los Dolores, camino hacia dentro golpeando las bancas. El Padre Jesús se acercó al muchacho y oró por el tres largas horas, hasta que el demonio despojó al joven; salió el mal espíritu salió enojado de la Iglesia sonando las bancas y tiro el portón.
El hombre agradecido le dijo al Padre que quería quedarse en la Iglesia sirviendo a Dios, el Padre le respondió: “hijo ve y da testimonio a tu iglesia de lo que Dios ha hecho por ti”.
Carmen Pérez, ex secretaria del sacerdote, dijo: “Yo he sido testigo que el padre Jesús ha realizado curaciones y exorcismos, por lo que, mucha gente de Olancho, Tegucigalpa, La Paz, en fin… creyentes de todo el país, vienen a buscarlo con esperanza y con fe para ser liberados”.
Las características con las que cuenta el ministro son una confirmación que Dios lo ha enviado, no sólo a guiar y anunciar la buena noticia del Evangelio, sino también a dar amor y paz como los santos que han existido a través de la historia de la Iglesia, por eso los devotos de la región lo consideran un “santo” de este tiempo.
Este hombre que ahora es un anciano de apariencia sencilla que ha cumplido lo que la Escritura dice “ven y sígueme”, dejando su tierra de origen, a sus padres y todo el mundo material, así sigue la voz de su pastor, se aventura a la vida religiosa a la que ha dado los mejores años de su vida y eso es lo que lo hace más admirable para quienes lo conocen llevando siempre en su corazón, la satisfacción que ha gastado su vida por el evangelio y lo seguirá haciendo.
Así es este sacerdote: humilde, sencillo, prudente, amable, honesto; el devoto más abnegado de Santa María de Guadalupe, el que se arrodilla horas en el reclinatorio en presencia del Altísimo; el veterano de los 87 años, de manos de seda y corazón de niño. El que te susurra al oído en consejo de oración; ataviado de sus sandalias y su impecable hábito beige, el ex asesor nacional de la Renovación Carismática, el fray de sonrisa inocente y andar cansado, en definitiva “el cura que le robo el corazón a Honduras, el que si tiene olor a oveja”.
En realidad el es un hombre que nació para ser un verdadero disipulo MLde Dios
Verdaderamente el si es un verdadero discípulo de Dios