Desde los primeros días del cristianismo la palabra de Dios es la fuente de la que emana todo el sustento de la vida, especialmente ante las dificultades. Dios no deja a nadie solo en el dolor y la enfermedad, y su palabra es un poderoso estimulante para recuperar fuerza.
- “Todo es posible para el que cree” (Mc 9,23).
- “De su seno brotarán manantiales de agua viva’” (Jn 7,37-38). Dios no conoce límites. Él “puede” y “quiere” ayudar a quien deposita su confianza en Él.
- Él “sana a los que están afligidos y les venda las heridas” (Sal 147,3).
- ¡Dice que no tengas miedo! “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18).
- “No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa”(Is 41,10)
- “En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33)
- “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán” (Jn 15,7)
- “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11,28)
- “La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados” (Sant 5,15)